privacidad y redes sociales

En el escenario digital no solo se pretende modificar nuestras opiniones, sino sobre todo lograr nuestra atención

En la parte I de esta serie de artículos sobre redes sociales concluyo recomendando que la responsabilidad de crear una verdadera red social, en la que se comparta solo lo necesario, es nuestra, como también lo es mantener un entorno digital privado y seguro en la internet. Es momento de profundizar el tema de la privacidad y la capacidad que tenemos los usuarios para definir qué contenido recibimos y vemos, controlar el tiempo que permanecemos en las plataformas y analizar el por qué hacemos público ciertos contenidos.

Usamos las distintas plataformas y no pagamos absolutamente nada por ello. Te preguntaste alguna vez ¿qué ganan empresas como META, GOOGLE, TWITTER? podrás deducir fácilmente que captan algo con la publicidad que vemos al ingresar en ellas, pero a ciencia cierta, la principal utilidad que tienen estas grandes empresas es nuestro tiempo, mientras más tiempo permanezcamos en ellas, más dinero generan, por eso crean interfases cada vez más atractivas, notificaciones que se sobreponen a otras aplicaciones, accedemos a otros sitios utilizando la información de esas plataformas para crear una cuenta, en resumen, han creado una red en la red que nos atrapa todo el tiempo, han hackeado nuestra atención, por eso desbloqueamos el teléfono celular cientos de veces al día para ver si tenemos mensajes o nuevas publicaciones y estamos varias horas con la vista clavada en la pequeña pantalla.

Esto no es casual, es parte de una estrategia encarada por las empresas para aprovechar las vulnerabilidades de nuestra mente y manipular mediante sus aplicaciones móviles nuestra forma de pensar y actuar. Cuando el milagro es grande hay que desconfiar del santo, cuando el servicio es gratis también debemos desconfiar, ya que el producto resultamos ser nosotros pagando el servicio de alguna manera.

Psicólogos, expertos en neurociencia y otros profesionales a través de la Economía conductual, creada a partir de la investigación de Richard Thaler -Premio Nobel de Economía 2017 por sus investigaciones relacionadas a este tema- trabajan en diseñar herramientas que se adapten a la identidad de cada usuario de manera particular, proceso basado en la recopilación de información de las plataformas con las que interactuamos. Por eso, cuando hablamos en familia que necesitamos renovar nuestra lavadora, de manera mágica recibimos anuncios de empresas que ofertan estos productos en nuestras plataformas, y es que Facebook fisgonea todo el tiempo lo que hablamos y si configuramos para quitarle acceso al micrófono, pues simple, utiliza otra aplicación asociada a la misma empresa (META) a la que no podemos quitarle ese acceso, WhatsApp.

En 1998 el docente investigador Brian Jeffrey Fogg fundó en la Universidad de Stanford el Laboratorio de tecnología persuasiva y junto a un grupo de sus estudiantes diseñaron productos informáticos desde la perspectiva del comportamiento humano, desarrollando métodos para automatizar el cambio de comportamiento de los consumidores, persuadiéndoles a hacer determinadas cosas a través de las nuevas tecnologías. La universidad de Stanford está ubicada en el corazón de Silicon Valley, el centro más importante del mundo donde están establecidas las más grandes empresas tecnológicas del mundo, B.J. Fogg es su principal asesor.

El teléfono móvil nos acompaña en todo momento y lugar, se ha convertido en un apéndice inseparable de las manos, sufrimos más si perdemos el teléfono que si perdiéramos la cabeza. Vimos alguna vez a una persona acompañando a un adulto mayor -que podría ser su padre/madre o abuelo- abstraído en su móvil sin cruzar una palabra ni una mirada con él o ella. Seguro que publicará una selfi en Facebook, mostrando ese momento como inolvidable, una falacia como muchas de las que publicamos diariamente para ganar un “me gusta”.

La aceptación social cuantificada en la cantidad de seguidores o “me gusta” es la forma actual de elevar nuestra autoestima, por eso ponemos en la vitrina de las plataformas nuestras vidas. Y paradójicamente nos fascina espiar las vidas ajenas e impactar a otros con nuestra propia imagen, aunque para ello tengamos que usar los filtros de belleza tan difundidos hoy en las aplicaciones móviles.

Una súper computadora, un instrumento multifuncional que cabe en nuestros bolsillos nos cambió la vida enormemente, un pequeño dispositivo permitió a las grandes empresas comerciar con nosotros y generar billones de dólares, haciéndolas cada vez más ricas y a nosotros cada vez más dependientes. Utilizan para ello estrategias de recompensas e incentivos, (like – me gusta – menciones – más seguidores) algo parecido a los experimentos de los científicos con los monos de laboratorio: Si el mono toca el botón azul recibirá un premio, si toca el botón verde se abrirá una puerta y podrá interactuar con otro de su especie… ¿no les suena parecido a algo que hacemos a diario?

La realidad es que las grandes empresas obtienen más información sobre nosotros de lo que pensamos, conocen nuestras rutinas, gustos, amistades y características de consumo. Las recolectan de una manera muy simple. Su algoritmo “mapea” los me gusta que cliqueamos, los comentarios que hacemos en publicaciones de otros usuarios, las tendencias de moda que buscamos, incluso nuestras búsquedas en MarketPlace y en Google y simplemente nos clasifica, nos categoriza, agregando toda la información capturada (data) a sus bases de datos, somos una sucesión de ceros y unos en sus servidores y terminamos haciendo lo que ellos quieren, es decir, nos tienen hackeados todo el tiempo.

Ante nuestra ingenuidad y candidez tecnológica, quedamos atrapados por las empresas pero también estamos expuestos a delincuentes que buscan captar nuestra atención mediante todo tipo de trucos: “Ofrecen dinero por likes en Instagram, la nueva estafa en RRSS y cómo prevenirla” (Luís Escobar – Página Siete Dom.11/06/2023). A manera de prevención la ATT diseñó y lanza a partir del 7 de julio una aplicación para denunciar fraude financiero y estafas mediante teléfonos celulares. El objetivo, bloquear permanentemente el IMEI, inutilizando el dispositivo. Descárguenla y úsenla, es momento de poner un alto a estos delitos.

Sugiero ver el documental: “El dilema de las redes sociales” en Netflix, nos muestra la otra cara de la medalla y todo aquello que es difícil comprender desde la lógica del usuario común, del usuario atrapado y cuáles las intenciones desconocidas de los gestores de estas plataformas: manipular nuestras emociones y comportamientos para mantenernos la mayor parte del tiempo conectados a sus plataformas digitales.

Luchemos por sobrevivir en un mundo digital y salir vivos del intento.

Fuente y redacción: Alejandro M. Rodríguez V. / alerodriguezonline.com

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