La Santa Sede implementa medidas tecnológicas para proteger la confidencialidad del Cónclave, tras un aumento en los ciberataques y riesgos digitales.
El Vaticano ha puesto en marcha un conjunto de medidas de ciberseguridad para salvaguardar la confidencialidad del próximo Cónclave. Esto se debe al aumento de riesgos tecnológicos y ciberataques que han afectado a diversas instituciones. Para reforzar su infraestructura digital, la Santa Sede ha colaborado con empresas privadas extranjeras y con la Agenzia per la Cybersicurezza Nazionale de Italia.
Estas acciones se están llevando a cabo tras incidentes previos que ocurrieron en 2022 y 2024, cuando el sitio oficial del Vaticano fue objeto de ataques coordinados. La preparación para el próximo Cónclave ha incluido un despliegue tecnológico significativo en el Vaticano, especialmente en la Capilla Sixtina.
Medidas de seguridad implementadas
Técnicos especializados han trabajado arduamente para transformar este histórico recinto en una zona hermética desde el punto de vista informático. Entre las principales medidas adoptadas se encuentran los bloqueadores de frecuencia (Jammer), que eliminan cualquier posibilidad de conexión inalámbrica. También se han instalado películas protectoras anti-drone y anti-láser espía en los ventanales.
Además, se han realizado bonificaciones ambientales y barridos para detectar micrófonos ocultos, con el fin de descartar la presencia de dispositivos de escucha. Antes de ingresar, se les retirarán a cada cardenal elector los celulares, laptops, relojes inteligentes y cualquier otro dispositivo con capacidad de conexión. La única forma de comunicación permitida será verbal y presencial.
Desconexión total de Internet
El sistema informático que se utilizará para coordinar los servicios internos estará completamente desconectado de Internet. Ante la creciente exposición a ciberataques, la Santa Sede ha decidido recurrir a empresas privadas extranjeras y a la colaboración estatal internacional para construir su nueva infraestructura de ciberseguridad.
Entre las compañías contratadas se encuentran Cip, una firma británica especializada en protocolos cifrados, y Radure, una empresa israelí reconocida por su experiencia en tecnologías de defensa activa. La estrategia de ciberseguridad incluye sistemas de detección de intrusos, monitoreo continuo, análisis de tráfico en tiempo real y simulaciones de escenarios de crisis.
Arquitectura híbrida de seguridad
El Vaticano ha optado por una arquitectura híbrida que combina una infraestructura interna aislada con un soporte externo constante. Estos avances tecnológicos no son solo una precaución abstracta, sino una respuesta a eventos recientes que han puesto en riesgo la seguridad digital de la institución.
En 2022 y 2024, el sitio oficial Vatican.va sufrió ataques cibernéticos altamente coordinados. Ambos incidentes ocurrieron en momentos de tensión geopolítica: el primero tras las declaraciones del Papa Francisco contra la invasión rusa en Ucrania, y el segundo durante la visita de Olena Zelenska, la primera dama del país. Los hackers interrumpieron el acceso al portal y alteraron los servicios internos.
Vulnerabilidades detectadas
Un análisis realizado en 2024 reveló que más del 90% de los sitios web del Vaticano carecían de protocolo HTTPS, lo que los hacía vulnerables a interceptaciones y manipulación de datos. Este escenario encendió las alarmas dentro del Vaticano sobre su seguridad digital, lo que ha llevado a la implementación de estas nuevas medidas de ciberseguridad.
Desconexión total
Puede sorprender encontrarnos con que, en medio de un evento tan antiguo y ritualizado, el Vaticano ha desplegado también todo un protocolo tecnológico. Durante el cónclave, ni wifi, ni teléfonos móviles, ni radios, ni redes sociales: la Capilla Sixtina y las áreas adyacentes quedan completamente desconectadas del mundo exterior. Los cardenales entregan sus dispositivos electrónicos antes de acceder y no los recuperan hasta el final del proceso.
Y, por si esto no fuera suficiente, la Santa Sede despliega también:
- Inhibidores de frecuencia (jammers): bloquean cualquier señal de telefonía, radio, GPS o WiFi. Ni siquiera los dispositivos ocultos pueden comunicarse.
- Blindaje físico: ventanas tapadas con películas opacas antidrones y antiláser que impiden la visión, captación de sonido o lectura labial desde satélites.
- Barrera electromagnética (jaula de Faraday): impide toda transmisión inalámbrica dentro de la Capilla.
- Cámaras con IA: vigilancia en tiempo real con reconocimiento facial y detección de patrones anómalos.
- Barridos electrónicos: inspección previa y periódica en busca de micrófonos, cámaras espía o hardware de vigilancia.
- Prohibición absoluta de dispositivos: no puede introducirse ningún aparato electrónico; se revisa a los cardenales dos veces por sesión.
- Apagón informativo: se desconectan los transmisores de telecomunicaciones dentro del Vaticano. La red digital queda sellada.
Defensa ante ataques cibernéticos (y no tan cibernéticos)
La Gendarmería Vaticana y la Guardia Suiza Pontificia supervisan un sistema integrado de vigilancia con más de 650 cámaras. Los servidores están aislados en la Biblioteca Apostólica. Las comunicaciones oficiales se canalizan por radio encriptada y mediante redes internas aisladas de Internet.
Fuente y redacción: lapatria.bo / genbeta.com